La inteligencia artificial está en boca de todos.
Con el lanzamiento de proyectos como Dall-e 2, Mid Journey o Stable Diffusion los algoritmos parecen haberse adentrado en el mundo del arte y el diseño. ¿En qué lugar nos deja eso como diseñadores de producto?
Cuando la IA se limitaba a resolver complejísimas operaciones, el término “inteligencia” que encabeza su denominación nos parecía un poco pretencioso, alejado a las películas de Ciencia Ficción que vaticinaban que los robots nos arrebatarían el trabajo en un futuro distópico. Los artistas y diseñadores dormíamos a pierna suelta ante este devenir. Después de todo, si algo nos define como humanos es nuestra capacidad de generar arte, de crear cultura, de representar nuestras vivencias colectivas y apreciaciones subjetivas en formatos que el resto de los nuestros apreciamos. A principios de este mes, la noticia sobre la victoria de una inteligencia artificial en un certamen de arte en Estados Unidos hace sonar las alarmas. Los robots habían tomado nuestra última frontera, la creatividad.
¿Cómo ha podido ocurrir? ¿No se requiere para crear una obra cómo ésta la mirada del mundo de un artista? ¿Han cometido los jueces un error garrafal o la obra es realmente buena independientemente de quien la pinte?
Con más preguntas que respuestas, en Trem nos aventuramos en este mundo dispuestos a comprender en qué lugar nos deja esta tecnología como diseñadores industriales.
¿La inteligencia artificial es capaz de competir con el diseñador de producto?
Con las manos en el teclado, y Stable Diffusion instalado (una IA que genera imágenes a partir de texto) comenzamos a generar “nuestros” propios diseños de producto con sólo teclear unas palabras. En cuestión de minutos las carpetas se nos han llenado de decenas de diseños que obedecen nuestras demandas. A continuación, os vamos a mostrar varios de ellos. Sin embargo, para eliminar el prejuicio de las miradas de nuestros lectores, introduciremos algunos creados por diseñadores de producto humanos. ¿Seréis capaces de decir cuál es cuál?
Por si fuera poco entretenimiento, os animamos también a descubrir en qué conceptos nos hemos basado, principalmente, para lograr cada uno de los diseños anteriores. Os vamos a dar las respuestas inmediatamente, pero antes, ¿crees que has sido capaz de identificar correctamente cuáles son las sillas diseñadas por la IA y cuales por humanos, o por el contrario te sucedería lo mismo que a los jueces del concurso americano?
Lo cierto es, que ha llegado el momento de desvelar la verdad: todas las imágenes que hemos visto son generadas por la IA. Para estimular su creatividad, si así puede llamarse, le hemos pedido que se inspire en berenjenas, alcachofas, huevos, zanahorias y cactus (por ese orden), ¿esto sí que lo has acertado?
¿Es ésta la receta de nuestra desdicha? Independientemente del juicio que podamos emitir sobre los diseños, una cosa es evidente: la tecnología es revolucionaria y tiene, sin duda, interés desde el punto, como poco, laboral.
Entonces, ¿qué significa esto para Trem? ¿Es el final de nuestro trabajo? La respuesta, para nosotros, está más que clara: ¡Ni de cerca!
Nuestro trabajo como diseñadores frente a la IA
Como diseñadores de producto nuestro papel es esencial, hacemos muchas más cosas y nuestra implicación va mucho más allá. Debemos pensar en los gustos y expectativas del cliente, en el presupuesto, en los materiales y métodos de fabricación, en términos medioambientales, en los componentes a integrar, en la ergonomía, en la experiencia de usuario, en las capacidades de los proveedores, en la logística… Nuestro trabajo no es visualizar las ideas del cliente en forma de producto, es materializarlas en un proyecto plausible ajustado a sus necesidades y las del usuario final. Y sí bien es cierto que desde hoy disfrutaremos de contar con una herramienta más para el proceso creativo, digamos que, a veces, no postula las mejores propuestas que digamos…
Además de las imágenes que os acabamos de mostrar, la IA a veces genera diseños que no conciernen todos los aspectos necesarios para ser funcionales. Os lo mostramos:
Esta silla berenjena utiliza toneladas de plástico para formar un volumen que parece, de todo, menos un asiento confortable. A no ser que la montes como si fuese un caballo, claro. ¿Te sentarías ahí?
Esta silla alcachofa no necesita descripción. Por supuesto, la IA se ha olvidado completamente de la funcionalidad de un asiento.
En este caso la IA parece haber olvidado que las sillas, por lo general, no vuelan. Quizás las sillas huevo sí.
Esta silla zanahoria es espeluznante la mires por donde la mires.
Yo no me sentaría ahí…
¿Qué futuro nos espera junto con la IA en el diseño?
Quizás algún día no tan lejano podamos pedirle a la IA que comprenda los requerimientos antes descritos o, quién sabe, que nos saque los modelos y planos de las piezas. Por pedir que no falte. De momento contamos con un gran banco de imágenes. Uno tan potente que es capaz de unir conceptos y visualizar toda clase de invenciones nunca vistas, que no es poco.
Sí algún día nos conquistan los robots inundando el mercado de productos diseñados por inteligencia artificial, esperemos que empiecen, como todos, con una buena silla.
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